En mi vida siempre he querido aplicar lo que me han transmitido mis referentes de la familia, el “sueña en grande y conseguirás cosas increíbles”, la frase que me han inculcado desde que era niño, hasta el día de hoy.
“One night I was flying over my village and people looked up and said “Look Bangambiki is flying while he is a man, where did he get the wings? Get down, you are dreaming!” I answered them, “I am not a man. I am a superman, and supermen fly!” I am sure I might have fallen if I believed what they told me. Continue flying, continue dreaming, you are a superman” Bangambiki Habyarimana. The Great Pearl of Wisdom
Mi historia es una historia de locos. De alguien cuerdo que se volvió loco, se juntó con gente loca y lucha duro por objetivos que van más allá de lo “normal a tu edad” y lo que “todo recién graduado en Derecho tendría que hacer”. Con sus defectos, sus frustraciones y sus decepciones, he escogido un camino que sale de lo corriente y tiene la ambición de cambiar el modelo de abogacía tradicional y elevarlo a un nivel de evolución superior: la abogacía del siglo XXI.
De mi breve experiencia puedo decir que, tanto en la vida como en las salidas profesionales del Derecho, uno va cerrando puertas y abriendo otras. Y si este camino se sigue con pasión y esfuerzo, los resultados llegarán a ser increíbles.
Los inicios
Como la mayoría de estudiantes, empecé la carrera de Derecho con incertidumbre. Nunca fui un estudiante modelo, aunque siempre saqué muy buenas notas. Estudiaba al final, con niveles de estrés enfermizos, y no iba a muchas clases. Prefería ir a jugar a rugby con el equipo de la universidad, del que era capitán, salir de fiesta y pasarlo bien.
Pero, en paralelo, desde finales de segundo de carrera me espabilé para hacer prácticas extracurriculares con un magistrado que instruía un famoso caso de corrupción en Cataluña, y que había ocupado altos cargos en la carrera judicial. Lo que empezó con un café una mañana, derivó en prácticas extracurriculares de una o dos veces por semana, durante dos años de carrera.
De él aprendí mucho sobre Derecho, pero mucho más sobre liderazgo, ética profesional y la importancia de ser buena persona en el ejercicio de tu profesión, sea la que sea. Vi cómo un magistrado dejaba a políticos y diferentes personalidades sentados en la sala de espera durante dos horas porque estaba atendiendo a la madre de un preso, gitana y sin recursos. Vi cómo dejaba en evidencia a abogados arrogantes que querían impresionar a los juniors con los que acudían a los juzgados, dándoles una auténtica lección de Derecho y de modales. Y también cómo trataba a su equipo, jugando siempre en esa fina línea que separa el superior jerárquico y el amigo que te ayuda y te aprecia.
Entendí entonces por qué todo el mundo le seguía, por qué le respetaban y querían. ¡Había conseguido algo fantástico: la trascendencia! Daba a las personas que le rodeaban el aprecio y la motivación que necesitaban, y los resultados eran increíbles.
Entendí también el valor de ayudar, guiar y dar los máximos recursos posibles a los jóvenes que están empezando. Él fue para mí un maestro, un mentor. ¿Por qué? Porque sin palabras, solo con sus actos del día a día, me enseñó más que todos los libros que comúnmente leo sobre liderazgo y gestión de equipos.
Esta experiencia profesional y personal me la quedé conmigo, con la certeza que, algún día, crearía algo que me permitiera aplicarla.
Mi experiencia como emprendedor
Cuando acabé la carrera me becaron al mérito para realizar un Doble Máster en Abogacía y Derecho de los Negocios en la universidad Esade. Eso me permitió, entre otras cosas, realizar las prácticas del máster en un prestigioso despacho de abogados internacional, donde realmente aprendí qué NO quería hacer en mi futuro profesional, y qué HABÍA QUE CAMBIAR.
En los cuatro meses que duraron las prácticas conocí a personas en general infelices, que aborrecían la vida y la profesión, y que habían escogido (o les habían inculcado que escogieran) primar la vida profesional sobre la personal. Escuché cosas como “El día que dí a luz estuve trabajando hasta las 11 de la mañana” o “Me voy a Nueva York de viaje con mi marido y mis hijos. Pero tranquilo Oriol, me puedes enviar emails cuando quieras, llevaré mi Blackberry conmigo las 24 horas del día”. Vi gente, especialmente juniors y asociados, a las 22h en el Facebook, esperando que el socio se fuera para poderse ir ellos. Aunque los sueldos eran muy altos y el currículum impecable, no me gustó esa forma de trabajar y gestionar equipos.
Así que, juntamente con un chico que conocí en el primer máster, Pedro, decidimos crear una firma que rompiera con este modelo. Queríamos crear una estructura fundada por jóvenes, que no incentivara los extenuantes horarios de trabajo estériles, y donde los profesionales se sintieran queridos, motivados y felices. Sabíamos que había muchas personas trabajando en grandes despachos que eran muy buenos tanto técnica como personalmente, pero que se encontraban en situaciones límite, y que deseaban encontrar un trabajo que realmente les motivara y les ilusionara.
Encontramos una oficina en un sitio privilegiado de Barcelona, muy barata y en un estado pésimo. Así que compramos material de pintura, parqué, etcétera, y nos pusimos a ello. Estuvimos todo un agosto y parte de septiembre con un calor horrible pintando y arreglando ese despacho. ¡Aprendimos a ser pintores, carpinteros, electricistas y fontaneros! Le llamamos el “patito feo” y lo convertimos en cisne.
Creamos Emindset Law, una firma de asesoramiento jurídico, financiero y contable fundada por jóvenes, pero que cuenta con una estructura de profesionales de elevada experiencia y conocimientos en los diferentes ámbitos.
¿Qué representa para nosotros Withlaw? Un cambio de modelo, romper con la abogacía tradicional y constatar que sí se puede emprender en el sector legal. ¿Qué pretendemos? Crear una nueva forma de asesoramiento jurídico a las empresas, especialmente a las nuevas empresas y nuevos emprendedores, cuyas necesidades no pueden cubrirse con las formas tradicionales de asesoramiento; que las personas que se vinculen con nosotros compartan esa misma visión y ambición, y que puedan desarrollarse tanto profesional como personalmente en una estructura menos jerárquica y más próxima; y que cada persona pueda dar lo mejor de sí, porque es entonces cuando la firma realmente crece y se hace más fuerte.
Nuestro proyecto acaba de iniciar su expansión en Andorra, con oficina permanente en el Principado. Andorra es la primera fase de nuestra expansión internacional, y una fase más de esta aventura.
Porque realmente, emprender en el sector legal es una aventura. Y por tanto, tiene cosas bonitas, pero también muchos errores, frustraciones y decepciones. ¡Y acabamos de empezar! Cada día es absolutamente distinto del anterior, y la estabilidad es una quimera. Ser joven y querer cambiar modelos no es fácil, y menos en un sector tan tradicional como es el de la abogacía. Constatamos esta realidad cada día.
Pero estamos convencidos que si los fundamentos de uno mismo son sólidos, se sueña en grande y se tienen las ganas y la ilusión de conseguir tal grandeza, el esfuerzo y la implicación serán directamente proporcionales a los frutos que se recojan. Y, al final, se conseguirá algo más valioso que el dinero o el reconocimiento profesional: ¡la trascendencia! Que aquello que uno haga en la vida sirva de modelo para otras personas, y que les ayude a seguir su camino y cumplir sus objetivos. Esa es, para mí, la autorrealización de la que hablaba Maslow.
“As we look ahead into the next century, leaders will be those who empower others”
Bill Gates